Becerrillo, el perro de los conquistadores españoles
Desde primitivos arcabuces que asustaban más que mataban, hasta relucientes morriones que provocaban gritos de asombro entre los nativos americanos. Si por algo son recordados los conquistadores españoles es por llevar consigo hasta el Nuevo Mundo una ingente cantidad de objetos ideados para doblegar a los indios. Un arsenal que nunca había sido visto por aquellos lares y que, por tanto, causó verdadero terror en los lugareños (los cuales, por cierto, ya se sentían bastante acongojados ante la vista de aquellos «gigantescos dioses» con pelo en la cara). Sin embargo, además de toda esta ingente cantidad de cachivaches -conseguidos al otro lado del Atlántico a precio de saldo-, los susodichos «barbudos» contaban también con una serie de «armas secretas» mucho más vivas: animales que combatieron a sangre y fuego junto a ellos. Uno de los más utilizados fueron los caballos, cuya «ayuda» es a día de hoy conocida por todos. No obstante, en el fondo de las carabelas y los galeones de los Reyes Católicos y -posteriormente- Carlos I, también se escondían perros de presa.
Decenas -y de todo tipo de razas (mastines, galgos, sabuesos...)- fueron los canes que, guiados por conquistadores españoles como Juan Ponce de León, arribaron a las desconocidas costa del Nuevo Mundo y sirvieron obedientes a sus dueños en regiones como Florida o Puerto Rico. Con todo, de entre todos ellos hay uno cuyo nombre ha quedado grabado con letras de oro en la Historia del Imperio Español. Este no fue otro que Becerrillo, un alano español que, además de acompañar a los militares, dejó este mundo en 1514 y se fue al «cielo de los perros» mientras luchaba -dientes mediante- contradecenas de nativos para liberar a su amo, el capitán Sancho de Arango. Curiosamente, y a pesar de que es uno de los animales más famosos de la conquista de América, la historia de este valiente can ha permanecido entre bambalinas hasta ahora. Sin embargo, es de menester referirse a ella después de que, el pasado miércoles, una perrita de las fuerzas de seguridad francesa, «Diesel», falleciese durante el asalto de la policía a un piso del municipio de Saint Denis (en las afueras de París).